Las ondas gravitacionales, premio Nobel de Física 2017
Las ondas gravitacionales, premio Nobel de Física 2017
Tres físicos norteamericanos han sido premiados "por sus decisivas contribuciones al detector LIGO y a la observación de las ondas gravitacionales"
Dos enormes
interferómetros en Washington y Luisiana (EE UU) detectaron el pasado 14 de
septiembre de 2015, por primera vez en la historia, la emisión de ondas
gravitacionales generadas en los últimos instantes de la fusión de dos agujeros
negros de unas 30 masas solares cada uno, abriendo una nueva era de la
astronomía y la cosmología.
El 11 de febrero
de 2016 pudimos seguir en directo la rueda de prensa que los fundadores del
experimento, Reiner Weiss, Ronald Drever y Kip Thorne, dieron en Washington, en
la sede de la National Science Foundation estadounidense, describiendo la
detección de la señal inequívoca, por lo que los investigadores de la
colaboración LIGO sabían que estaban ante un hito de la historia de la ciencia.
Tal hazaña acaba de ser galardonada con el Premio Nobel de Física.
Esta primera
detección es el comienzo de una nueva era de la astronomía. Si el siglo XX fue
el siglo de la exploración del universo gracias a las ondas electromagnéticas
de todas las frecuencias, de radio a los rayos gamma, este siglo XXI seremos
capaces de explorar el universo con una nueva sonda, las ondas gravitacionales.
Nos va a permitir explorar la naturaleza de la materia oscura y la energía
oscura. En concreto, la emisión de ondas gravitacionales es tan precisa que
podemos calibrar las fuentes con nuestros conocimientos de relatividad general
y, por tanto, podemos usar estos eventos de fusión de agujeros negros como
“sirenas estándar” para determinar con precisión las distancias a las galaxias
lejanas, similar a lo que hacemos ahora de forma rutinaria con las supernovas.
De esta manera, es posible deducir el contenido de materia y energía que da
lugar a la expansión acelerada del universo, y descubrir, por ejemplo, la
naturaleza del campo responsable de dicha aceleración.
Por otra parte, la
precisión de las medidas hechas por estos detectores es tan extraordinaria que
podemos usar estas observaciones para testar la teoría de la relatividad
general en régimen de campo fuerte y plantearnos la posibilidad de que en un
futuro detectemos pequeñas desviaciones respecto a las predicciones de la
relatividad general, que nos indiquen la necesidad de buscar una teoría de la
gravedad más allá de esta, posiblemente con nuevos efectos de gravedad
cuántica.
El avance
tecnológico que ha sido necesario para llegar a construir el experimento LIGO
será el precursor de desarrollos aún más novedosos, con nuevos materiales y
tecnologías, para explorar la detección de ondas gravitacionales a todas las
frecuencias posibles, incluso aquellas que podrían darnos información de los
primeros instantes del universo y de la naturaleza de la materia oscura.
Acabamos de entrar
en una nueva era.
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